¿Qué es la competitividad?

A decir del Foro Económico Mundial es “el conjunto de instituciones, políticas y factores que determinan el nivel de productividad de un país”. Es una orientación económica centrada en la productividad: Hay progreso cuando crece la economía.

Un segundo enfoque de la competitividad es considerar hasta qué punto promueve el bienestar y la autonomía de las personas. Es  una orientación humanista, centrada en las personas: Hay progreso cuando mejora el bienestar general de las personas y se incrementa su autonomía.

La productividad, más específicamente, mide la relación producción / recursos.

Si bien la sociedad y el gobierno son actores relevantes, las empresas, tanto públicas como privadas, juegan un rol clave en las cuestiones de productividad en su actividad, pero también lo juegan en las cuestiones de competitividad económica global del país en el que operan.

En el primer caso, el de la productividad, las empresas tienen una responsabilidad social de gestión: Deben mejorar de manera continua y sistemática la relación producción / recursos. Para ello, y para que el impacto sea real, deben centrarse en el flujo total de realización – incluye los proveedores de todos los anillos – para tomar decisiones o entender un problema. Para el abordaje del flujo total de realización es recomendable recurrir a los conceptos y herramientas del sistema de producción de Toyota y al enfoque de sistema para la gestión, entre otros.

En el segundo caso, el de la competitividad económica, las empresas tienen una responsabilidad social: Deben involucrare en las cámaras de manera continua y sistemática para alcanzar una comprensión compartida del contexto y del mundo e impulsar así mejoras en la infraestructura y en las políticas que afectan al sector y a la competitividad económica en general.

El segundo enfoque de la competitividad, el humanista, surge cuando las metas máximas de la sociedad son la educación, la salud, la seguridad y la vejez, y no el mercado que es desplazado a un segundo nivel. Este segundo enfoque significa  considerar cómo la competitividad promueve el bienestar y la autonomía de las personas, significa no fundamentar el sistema político en cifras de producción únicamente ya que hacerlo llevaría a trasladar el valor de la vida a una planilla de cálculo, y significa que el gobierno debería subvencionar las áreas donde la productividad no puede potenciarse, como es el caso de las cuatro ya mencionadas.

Ambos enfoques son válidos y están jerárquicamente entrelazados: La competitividad económica subordinada a la humanista. La clave es distinguir en qué áreas el mercado resuelve cosas genuinamente.