Después de más de una década de infinidad de campañas políticas y cadenas nacionales, en esta nueva publicación quiero compartir un texto extraído del libro de Steven Pinker Los ángeles que llevamos dentro [1]. El pasaje nos brinda elementos para evaluar la calidad de los discursos políticos en cuanto a su retórica, no así en cuanto a su contenido.

“Philip Tetlock y otros psicólogos han identificado una variable denominada complejidad integradora que capta hasta cierto punto el equilibrio intelectual, la riqueza de matiz y la sofisticación”.

La complejidad integradora es una variable psicométrica que se refiere al grado en que pensar y razonar involucran el reconocimiento y la integración de múltiples perspectivas y posibilidades y sus eventuales, o contingentes, interrelaciones.

La complejidad integradora es una medida del estilo intelectual utilizado por individuos o grupos cuando procesan información, resuelven problemas, y toman decisiones. La complejidad mira la estructura de nuestros pensamientos, mientras ignora los contenidos. Es medible a partir de casi cualquier material verbal, escrito o audiovisual.

La medición complejidad integradora tiene dos componentes: diferenciación e integración. Diferenciación se refiere a la percepción de diferentes dimensiones cuando se considera un tema. Integración se refiere al reconocimiento de conexiones cognitivas entre las dimensiones o perspectivas diferenciadas.

“Un pasaje pobre en complejidad integradora destaca una opinión y la recalca implacablemente, sin matices ni salvedades. Se puede cuantificar su complejidad mínima contando palabras como absolutamente, siempre, desde luego, definitivamente, totalmente, eternamente, indiscutible, irrefutable, sin duda y sin lugar a dudas.

Un pasaje acredita cierto grado de complejidad integradora si exhibe un toque de sutileza con palabras como por lo general, casi, pero, no obstante y tal vez.

Tiene más puntuación si identifica dos puntos de vista.

Aún mayor si analiza conexiones, compensaciones o compromisos entre ellos.

Superior a todas si explica estas relaciones con referencia a un sistema o principio más elevado.

La complejidad integradora de un pasaje no es igual a la inteligencia de la persona que lo escribió, pero ambas están correlacionadas.

La complejidad integradora tiene que ver con la violencia. Los individuos con un lenguaje menos complejo desde el punto de vista integrador son, por término medio, más susceptibles de reaccionar ante la frustración con violencia.

En colaboración con el psicólogo Peter Suedfeld, Tetlock analizó la complejidad integradora de los discursos de varios líderes nacionales en diversas crisis políticas del siglo XX que terminaron de forma pacífica (como el bloqueo de Berlín en 1948 o la crisis de los misiles cubanos) o violenta (como la Primera Guerra Mundial o la Guerra de Corea), y observó que, cuando disminuía la complejidad de los discursos de los dirigentes, después había guerra.

En concreto, advirtió una conexión entre la simpleza retórica y los enfrentamientos militares en varios discursos de árabes e israelíes así como de americanos y soviéticos durante la guerra fría. No sabemos exactamente qué significan las correlaciones: si antagonistas tercos no son capaces de concebir el modo de llegar a un acuerdo, o si antagonistas belicosos simplifican su retórica para perfilar una postura negociadora implacable. Tras revisar estudios tanto de laboratorio como del mundo real, Tetlock sugiere que están en juego ambas dinámicas”.

[1] Los ángeles que llevamos dentro (Título original: The better angels of our nature); S. Pinker, ©2011, ©2012 de la traducción; Espasa Libros, S.L.U.

El arte de la política