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Un comentario bastante difundido por esos días, tanto por conductores de televisión como por el público era: «¿Por qué los demás hinchas no hacen nada? ¡Fueron 20 segundos!» El tono emocional era de alarma e incredulidad.

Emiliano Balbo era un hincha de fútbol que, tras un confuso episodio en la tribuna con otros hinchas, comenzó a bajar por las gradas asustado y tan rápido como podía ante la apatía de los demás espectadores, para terminar, tras veinte segundos de desesperación, siendo arrojado al vacío por un grupo de agresores que lo perseguía.

Hay un fenómeno social, a veces denominado “apatía del transeúnte” y muy estudiado por la psicología experimental, en el que se observa a las personas muy influidas por quienes los rodean, en el que su conducta depende del medio social inmediato. Las personas se fijan en los demás, y los grupos no suelen responder a una emergencia ante la que una persona aislada respondería de inmediato.

El supuesto grupal subyacente, a decir de los psicólogos, podría resumirse en: “si nadie hace nada la cosa no debe ser grave”. Es una tendencia innata a ir con la multitud.

Según el psicólogo Steven Pinker, el comportamiento de las personas imitando a menudo a las ovejas se explicaría así: “Muchas cabezas es mejor que una, y por lo general es más juicioso confiar en la sabiduría, adquirida con esfuerzo, de millones de personas de la misma cultura de uno que considerarse un genio capaz de resolverlo todo desde cero”.

El enigma planteado no es tanto psicológico como epidemiológico. Este comportamiento extraño es una estrategia estable evolutiva de las personas y de otros seres conscientes que viven en grupos, y que les permitió llegar hasta nuestros días.

Sería deseable que este y otros aspectos abstractos de la realidad social tuvieran más difusión, especialmente entre los comunicadores sociales. Es responsabilidad de éstos últimos, como profesionales de las noticias, comprender los fenómenos sociales más en profundidad, para así informarlos sin elevar aún más el estrés que éstos naturalmente generan en el público.

En el suceso de Emiliano Balbo, los hinchas respondieron como grupo y el conductor televisivo como individuo aislado, ambos comportamientos esperables a priori.