Buenas prácticas de gestión

Publicaciones de Carlos Álvarez Igarzábal

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Posiblemente uno de los ámbitos más importantes de acción para la RSE sea el nivel jerárquico inmediato superior al de operaciones de la empresa, la cámara del sector.

Una participación sistemática del empresario en la cámara facilitaría, como parece obvio, el diálogo con otros empresarios, terminando todos inmersos en un contexto  general más amplio que el limitado de sus propias empresas. Permitiría, además, un diálogo explorador mucho más rico acerca del futuro, con múltiples perspectivas, intereses y preocupaciones en juego. En lo inmediato, aparecerían oportunidades de sinergia y de economías de escala. Como sector amalgamado abriría la posibilidad de trabajar y contribuir para que en la sociedad cambien cuestiones corrosivas  tales como la corrupción y el consumo desmedido.

Participar sistemáticamente en la cámara significa socializar, creando lazos emocionales positivos que son el motor de la acción, y construyendo confianza. También significa alcanzar una comprensión compartida del contexto ampliado y del mundo. Ambas, las emociones primarias positivas y la comprensión compartida del contexto, son condiciones necesarias para el progreso del sector.

El saque inicial o la primera jugada para el progreso de un sector es la delimitación del escenario, la segunda la elaboración del consecuente plan estratégico. En este proceso juegan papeles críticos no solo los aspectos cognitivos sino también los emocionales. Éstos últimos si se pretende llevar a la práctica el plan.

Dada la importancia de los lazos emocionales positivos como impulsores de la acción, es recomendable utilizar para la elaboración del plan estratégico alguna metodología del tipo sistémico-social que permita, no solo la delimitación del escenario en términos cognitivos, sino, muy importante, la creación de esos lazos emocionales primarios positivos que impulsan la acción.

Todo conlleva a un mayor compromiso e involucramiento de los socios con la cámara,  a un incremento del capital social del sector y, por supuesto, también al progreso.

La RSE tiene en la cámara uno de los ámbitos más importantes para la acción.

La provincia de Buenos Aires en Argentina adoptó, a partir de mayo 2017, la modalidad de juicio por jurados. Para algunos presenta el interrogante de cuán idóneos pueden ser los miembros de un jurado popular para emitir un veredicto. Para otros es una reflexión profunda sobre la naturaleza humana por lo que les parece el camino más adecuado para impartir justicia.
¿Cómo funciona? La defensoría defiende el statu quo del aquí y el ahora; toda persona es inocente hasta que se pruebe lo contrario. La fiscalía busca cambiar ese estado de situación a futuro. Esto crea un juego de tensiones con un gran despliegue de variedad (una medida de la complejidad), pero un protocolo judicial muy riguroso permite una interacción balanceada entre ambas funciones. El juez se limita a hacer cumplir ese protocolo y, a posteriori del veredicto del jurado, dictar sentencia. El rol del juez durante el proceso es hacer cumplir las reglas de juego preestablecidas.
Pero la autoridad última en esta estructura parece ser el jurado que resuelve sobre la inocencia o culpabilidad del acusado.
Los miembros del jurado observan in situ la intensa actividad por parte de los fiscales, abogados defensores, testigos y peritos; consideran el peso de las pruebas y evalúan la verosimilitud de los argumentos; todo sin ninguna participación. A los peritos se les permite hablar sólo de su especialidad; a los testigos de ese pedacito de la realidad del caso que presenciaron, del momento específico vivido. Los abogados defensores y los fiscales son llamados al orden por el juez si rompen las reglas. Sólo puede entrar en juego lo que es relevante para el caso que se juzga, sólo la variedad relevante. La no intervención de los miembros del jurado en el debate entre la defensoría y la fiscalía, o la imposibilidad de preguntar a los testigos o peritos que declaran, señalan un relevante aspecto del protocolo.
Los jurados son personas con sentido común. Son expertos, como toda persona normal, en la toma de decisiones en su vida cotidiana. Son “personas educadas que procuran ser conscientes de sus prejuicios ocultos y medirlos con los hechos y con la sensibilidad de los demás” – Steven Pinker. Pero para resolver, como en toda situación compleja de la vida real, necesitan, además de su sentido común, su experiencia y su educación, del aporte de conocimiento especializado por parte de los profesionales y científicos participantes. También necesitan de la reducción de variedad que imponen el protocolo y la interacción balanceada entre fiscales y abogados, el diálogo judicial explorador para aproximarse a la verdad. La mente humana tiene una habilidad innata para la toma de decisiones, sin embargo, es importante recordar que la ciencia irrumpe allí donde el sentido común fracasa. Las conclusiones científicas van generalmente de contramano con las expectativas o el sentido común de las personas.
La observación in situ por parte de los jurados de lo que ocurre en el recinto parece ser central para la estructura lógica descripta. Toda la maquinaria perceptiva, emocional y cognitiva de las personas está volcada a registrar lo que sucede. No son necesarios canales de comunicación ni voceros o interlocutores. No hay informes escritos interminables, inescrutables, ambiguos y nunca exhaustivos. La información es de primera mano y todo está “a la vista”: las reacciones y gestos de las personas, sus estrategias y estratagemas contingentes, y las pruebas.
Todo un despliegue de saber práctico que parece contemplar en profundidad la complejidad de la naturaleza humana.

A todos ellos suele denominárselos promotores teatrales, o “impresarios”, porque saben acertadamente que pueden atraer la atención mundial matando un número de personas inocentes simultáneamente, o simplemente corriendo desnudos en un espectáculo deportivo.
Y están en lo cierto. Ante sucesos como los mencionados, sobre todo los que involucran muertes, los medios de comunicación parecen adoptar con cierta docilidad el rol que a priori les asignan los impresarios: Realizar una cobertura en extremo abundante con una connotación emocional intensa, agravada porque no suelen ponerlos en contexto con referencias históricas ni con estadísticas, ni tampoco suelen hacer un seguimiento de los eventos por ellos cubiertos en el pasado.
En cuánto a los hinchas desnudos, los medios ya saben que la mejor contra táctica es ignorarlos, no mostrarlos en pantalla, en un interesante intento de disuasión.
El terrorismo y los asesinos desbocados generan una cifra insignificante de muertes frente a las de homicidios, guerras y genocidios, pero provocan en las personas un temor desproporcionado a sufrir un daño y también una obsesión con la pérdida de la propia civilización, aunque ambas amenazas sean remotas. Este tipo de reacciones desmedidas constituyen todo un interrogante.
Las personas llegan a imaginar los peores escenarios cuando se sienten amenazadas e inseguras: sucesos incontrolables, catastróficos, devastadores, indiscriminados – no se sabe a quién le puede tocar -, etc. Pero estos panoramas no serían más que ilusiones, resultado de la combinación de poca claridad perceptiva y un estado emocional intenso. La ciencia cognitiva sugiere que las ilusiones son un “legado de viejos circuitos cerebrales que evolucionaron en sociedades sin capacidad aritmética, como la mejor guía para distribuir las vigilancias”. La exageración de las amenazas y el pánico que traen asociado serían un potente motivador para que las personas se comprometan con la vigilancia cuando no se comprenden del todo los peligros.
Afortunadamente las sociedades actuales dominan la aritmética, las estadísticas y llevan registros históricos. Una contra táctica útil para disuadir al terrorista y al asesino desbocado parece ser entonces inhibir esas ilusiones, esas adaptaciones o estrategias estables evolutivas tan útiles antaño pero devastadoras en la actualidad, que provocan en las personas temores y obsesiones si bien no infundados sí exagerados.
Se ha propuesto que una posible forma de disuadir al terrorista y al asesino desbocado es recurrir a la misma lógica con que se disuade al hincha desnudo, “no mostrarlo por TV”:
Una difusión del evento menos abundante y puesta en contexto histórico y estadístico por parte de los medios de comunicación, evitaría la percepción exagerada de amenaza o de crisis existencial.
A igual táctica igual contra táctica.

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Un comentario bastante difundido por esos días, tanto por conductores de televisión como por el público era: «¿Por qué los demás hinchas no hacen nada? ¡Fueron 20 segundos!» El tono emocional era de alarma e incredulidad.

Emiliano Balbo era un hincha de fútbol que, tras un confuso episodio en la tribuna con otros hinchas, comenzó a bajar por las gradas asustado y tan rápido como podía ante la apatía de los demás espectadores, para terminar, tras veinte segundos de desesperación, siendo arrojado al vacío por un grupo de agresores que lo perseguía.

Hay un fenómeno social, a veces denominado “apatía del transeúnte” y muy estudiado por la psicología experimental, en el que se observa a las personas muy influidas por quienes los rodean, en el que su conducta depende del medio social inmediato. Las personas se fijan en los demás, y los grupos no suelen responder a una emergencia ante la que una persona aislada respondería de inmediato.

El supuesto grupal subyacente, a decir de los psicólogos, podría resumirse en: “si nadie hace nada la cosa no debe ser grave”. Es una tendencia innata a ir con la multitud.

Según el psicólogo Steven Pinker, el comportamiento de las personas imitando a menudo a las ovejas se explicaría así: “Muchas cabezas es mejor que una, y por lo general es más juicioso confiar en la sabiduría, adquirida con esfuerzo, de millones de personas de la misma cultura de uno que considerarse un genio capaz de resolverlo todo desde cero”.

El enigma planteado no es tanto psicológico como epidemiológico. Este comportamiento extraño es una estrategia estable evolutiva de las personas y de otros seres conscientes que viven en grupos, y que les permitió llegar hasta nuestros días.

Sería deseable que este y otros aspectos abstractos de la realidad social tuvieran más difusión, especialmente entre los comunicadores sociales. Es responsabilidad de éstos últimos, como profesionales de las noticias, comprender los fenómenos sociales más en profundidad, para así informarlos sin elevar aún más el estrés que éstos naturalmente generan en el público.

En el suceso de Emiliano Balbo, los hinchas respondieron como grupo y el conductor televisivo como individuo aislado, ambos comportamientos esperables a priori.

Mucha gente parece pensar que cualquier restricción a las maneras de manifestarse en la vía pública es una violación del derecho de libertad de expresión, aunque estas restricciones se limiten a meras normas de coordinación de las interacciones entre ciudadanos en los espacios públicos.

“La libertad de expresión es un derecho fundamental o un derecho humano, consagrado en el artículo 19 de la Declaración Universal de los Derechos Humanos de 1948. Las constituciones de los sistemas democráticos también lo señalan. De la libertad de expresión deriva la libertad de prensa” (Wikipedia).

Este derecho está regulado mediante leyes y normas, elaboradas racionalmente e implementadas mediante reglas. Estas reglas incluyen las maneras de manifestarse en los espacios públicos y es un deber civil respetar y hacer respetar dichas reglas para sostener el orden elegido democráticamente. Cualquier otra cosa sería un retroceso en el arduo proceso de civilización.

Las personas votan para elegir a sus representantes para que, a su vez, éstos elaboren e instrumenten las reglas deseadas por aquellos, y esta voluntad popular debería ser asumida por todos, la compartan o no. No hacerlo sería antidemocrático y no al revés, como suelen afirmar ciertos discursos.

Así, es esperable que estas regulaciones se alineen con las creencias políticas expresadas por la gente en las elecciones. Por otro lado, las creencias no políticas, como las científicas, el saber práctico validado o los hechos, ya existen cuando se vota, por lo que deberían ser un factor común a todas las creencias políticas.

Definir las maneras posibles de protestar o manifestarse en la vía pública es una decisión política, esto es, no existe una ley natural que las ciencias puedan encontrar y explicitar, no hay solución a priori. Tomar una decisión política significa definir, a partir de las diferentes perspectivas o creencias políticas disponibles, todas válidas e intercambiables entre sí, qué es lo que la sociedad quiere, e instrumentarlo valiéndose de las instituciones democráticas y republicanas.

A decir de muchos científicos, saber diferenciar creencias políticas de creencias no políticas es toda una revolución conceptual.

 

Esta demostración matemática proviene de la ingeniería electrónica.

Fuente: Brain of the firm, Stafford Beer,  Herder and Herder New York, 1972.

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Conceptos subyacentes a los procesos esbeltos

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Procesos LEAN

La idea LEAN apunta a lograr procesos esbeltos y flexibles. Abarca a priori gran variedad de procesos: procesos de transformación física, de servicios, de diseño y desarrollo, comerciales, etc.

Todo proceso es una secuencia de actividades interrelacionadas con un propósito y, dinámicamente, se caracteriza por impulsar un flujo, ya sea de materiales que se transforman, de información que circula y se agrega, o de conocimientos que se generan, se acumulan y también circulan. Pero para que un proceso, cualquiera sea este, sea eficiente, su flujo resultante debería satisfacer cuatro requisitos básicos: continuidad, cadencia, tensión por arrastre y lotes pequeños – de ser posible unitarios. De cumplirlos, se reduce su duración (lead time) minimizando la incidencia potencial de la incertidumbre inherente a la realidad a lo largo del tiempo. Una realidad que con su exuberante complejidad espacio-temporal puede interrumpir azarosamente la continuidad del flujo extendiendo su duración y ampliando entonces las chances de la incertidumbre. La falta de cadencia o de ritmo parejo en todas las actividades es un rasgo del proceso que, de tenerlo, lo desordena introduciendo oscilaciones indeseadas que indefectiblemente alargan su duración. La utilización de un sistema de arrastre amortigua los efectos de la programación y control centralizados de las actividades del proceso, que en la práctica derivan en oscilaciones y demoras. Los tamaños de los lotes objetivamente inciden alargando los tiempos de ciclo.

Tres aspectos abstractos subyacentes al pensamiento “proceso esbelto”

Explicitarlos pienso que podría facilitar la aplicación de los conceptos básicos del Sistema de Producción Toyota en un amplio espectro de empresas, ya se trate de una compañía manufacturera, comercial o de servicios.

Tres son los aspectos abstractos de la realidad que creo deberíamos ser capaces de reconocer para así poder tenerlos en cuenta. Descubiertos por la ciencia o el saber práctico validado, son inherentes a la realidad y subyacen a los procesos y, como con las leyes de la gravedad, de la lógica o de la geometría, nuestros procesos cognitivos no han tenido más remedio que forcejear con ellos.

  • Primer aspecto: Hay una correlación positiva significativa entre el impacto que puede tener en un proceso la incertidumbre de la realidad y el tiempo de realización (Lead Time – LT) de este.
  • Segundo aspecto: Los procesos complejos y probabilísticos, es decir aquellos cuya función de transformación es importante (como sería el caso de la producción de automóviles), solo pueden permanecer estables o en estado de control si se dispone de una red sistematizada de feedbacks rápidos.
  • Tercer aspecto: La escasez de recursos y la finitud del mundo conducen a una competencia permanente por lo que la adaptación y la mejora continuas aparecen como condiciones necesarias para la supervivencia.

Tres principios guías de gestión a tener en cuenta

  • Primer principio: Centrarse en el flujo total de realización – incluye los proveedores de todos los anillos – para tomar decisiones o entender un problema. El secuenciado en una línea de montaje es un muy buen ejemplo de ello ya que su propósito es nivelar la producción de toda la cadena de transformación, que incluye a los proveedores.
  • Segundo principio: Centrarse en las personas, en especial en los rasgos abstractos inherentes a la naturaleza humana, tanto los asociados a las intuiciones cognitivas como a las emociones (sesgos de razonamiento, pensamiento grupal, autoengaño, sentido moral, relaciones sociales, etc.), develados por la ciencia. Permitirían, por ejemplo, apalancar los flujos aprovechando las habilidades visuales y sociales que conforman nuestro equipamiento de serie.
  • Tercer principio: Centrarse en la gestión de las relaciones que se despliegan entre los elementos constitutivos de un sistema y no solo en los elementos en sí mismos. La explosión de las combinaciones posibles de esas relaciones a lo largo del tiempo es su justificación. Así no todo puede interactuar con todo (gestión por departamentos) y es posible hacer un uso infinito de recursos finitos (jerarquías).

En particular, cuando se piensa en los flujos de una empresa es importante entender que estos incluyen los flujos de transformación de materiales, los flujos de información que los acompañan y también los flujos de creación de conocimientos que se dan en los procesos de diseño y desarrollo, tanto de productos como de procesos.

Estrategias LEAN más usadas para enfrentar los aspectos abstractos de la realidad planteados

Enumero aquí algunas de las estrategias utilizadas originalmente por Toyota y hoy generalizadas en la Manufactura Esbelta (Lean Manufacturing – SPT) y en el Desarrollo Esbelto de Productos y Procesos (Lean Product and Process Development). Ambos son las fuentes primarias de las ideas Lean por lo que su conocimiento, pienso, ayudaría en la extrapolación eficaz a otros tipos de procesos.

  1. Estrategias de la Manufactura Esbelta (Lean Manufacturing)

Reducción del tiempo de transformación total

  • Mediante la eliminación o reducción de los desperdicios (muda).
  • Mediante la utilización de lotes pequeños, preferentemente unitarios.
  • Mediante el trabajo estandarizado, que permite establecer una cadencia a lo largo de todo el proceso (takt time).
  • Mediante el nivelado de la producción (secuenciado en la línea de montaje).

La meta: Reducción de la incertidumbre de la demanda con un flujo continuo, cadencioso y, de ser posible, unitario de producción.

Red sistematizada de feedbacks rápidos

  • La gestión a la vista, implementada utilizando la metodología 5S y el sistema kanban de arrastre, entre otros.
  • La realización de reuniones cara a cara cortas y sistemáticas en los niveles jerárquicos más bajos de la organización. La condición de cara a cara busca reforzar de manera natural los compromisos en el grupo.
  • El autocontrol: El control directo de fallas y defectos por el propio proceso.

Tanto la gestión a la vista, las reuniones cara a cara como el autocontrol son feedbacks rápidos, eficaces y de muy baja incidencia en el tiempo total de transformación.

La meta: Procesos robustos, redundantes y reverberativos.

Rutina para la adaptación y mejora continuas (improvement kata[1])

  • La rutina de referencia se apoya en la curiosidad humana por lo desconocido y en la satisfacción, también humana, de poder enfrentar un desafío percibido como lograble con un esfuerzo razonable en el contexto presente. Esta es quizás una de las responsabilidades más importante de los supervisores, jefes, gerentes y directores; se pretende una dedicación del 50% de su tiempo.

La meta: Que los obstáculos y problemas mayormente desconocidos a priori en la búsqueda de una mejora o adaptación, salgan a la luz – queden expuestos – y puedan entablarse las acciones correctivas y preventivas pertinentes.

  1. Estrategias del diseño y desarrollo esbelto (Lean Product and Process Development)

El diseño de un producto nuevo y de su proceso es, básicamente, un flujo de creación de conocimiento, pero ese conocimiento debe ser conocimiento útil para ser considerado valor agregado en el desarrollo. A ese flujo de conocimiento útil, o proceso de aprendizaje, se lo denomina “flujo de valor de desarrollo” y sus salidas son el diseño del producto, con sus características, y el diseño del proceso. Este último conforma el “flujo de valor operativo”, cuyo valor agregado es el material transformado[2].

Así, tenemos un sistema de desarrollo cuyo cliente principal es el proceso operativo, y un sistema de producción, cuyo cliente principal es el cliente propiamente dicho; el cliente compra productos, no compra ni desarrollo ni proceso.

Reducción del tiempo total de creación de conocimiento

Aquí se distinguen tres categorías de desperdicios (actividades que no agregan valor): Las interrupciones del flujo de conocimiento útil, la gestión del conocimiento inútil y el pensamiento voluntarioso o forzado en la toma de decisiones.

La meta: Un flujo continuo de conocimientos útiles.

Flujo de diseño y desarrollo cadencioso y por arrastre.

Los nuevos proyectos se liberan a un ritmo regular de manera de nivelar la carga de trabajo de los desarrolladores (cadencia). Se planifican eventos integradores (3 a 10 por proyecto) que funcionan como mojones para los desarrolladores, quienes planifican su propio trabajo basándose en ellos y esforzándose por alcanzarlos (sistema de arrastre). Los eventos indican plazos estratégicos que no pueden modificarse, no hay excusas.

La meta: Un flujo cadencioso y por arrastre.

Gestión a la vista y ciclos cortos

Una red de comunicaciones, la gestión a la vista y las interacciones cara a cara son también ingredientes esenciales. Reuniones rápidas que proveen un orden dinámico – una por semana, a veces una diaria. Los ciclos deben se cortos para evitar que cada situación sea significativamente nueva.

La meta: Un sistema robusto, redundante y reverberativo.

Respeto por la dimensión humana

Centrarse en las personas, en los rasgos abstractos inherentes a la naturaleza humana, sus intuiciones cognitivas y sus emociones (sesgos de razonamiento, pensamiento grupal, autoengaño, sentido moral, relaciones sociales).

La meta: Apalancarse en nuestras habilidades visuales y sociales, que son equipamiento de serie.

[1] Toyota kata, Mike Rother, McGraw Hill Professional, Sep 4, 2009

[2] Lean Product and Process Development, Allen C. Ward, The Lean Enterprise Institute, Sep 2009

Gestión por procesos

Las estructuras jerárquicas

Gestión por funciones departamentales

Red sistematizada de feedbacks rápidos

El estado de derecho incierto

En un experimento reciente, los economistas Benedeikt Herrmann, Christian Thöni y Simon Gächter hicieron que estudiantes de dieciséis países participaran en una versión del dilema del prisionero, llamado el juego de los bienes públicos. En este juego los participantes aportan dinero a un fondo que luego los organizadores duplican y distribuyen entre todos los participantes por partes iguales, teniendo éstos últimos la posibilidad o no de castigarse entre sí. El resultado óptimo para el grupo es que cada participante aporte lo máximo posible, en cambio, el resultado óptimo para el  individuo es amarretear su aporte sacando provecho a costa del resto. En este último caso, el resultado es que las contribuciones disminuirán gradualmente hasta llegar a cero. El grupo pierde. Pero si los participantes tienen la posibilidad de vengarse castigando a los abusadores, estos últimos tendrían la posibilidad de arrepentirse y mejorar sus aportes. El grupo gana, todos ganan al mismo tiempo.

En el caso particular de este experimento, con jugadores de muchos países del mundo, los resultados fueron muy llamativos. En algunos países muchos participantes castigaban más a los buenos contribuyentes que a los abusadores, empujando, con sus acciones de resentimiento aparentemente motivadas por un exceso de venganza, a que todos terminen siendo abusadores. Además estos jugadores antisociales cuando eran castigados, en lugar de incrementar sus aportes en la siguiente ronda, castigaban a su vez a sus castigadores, que solían ser los buenos contribuyentes. En este experimento los jugadores antisociales mencionados pertenecían a Rusia, Ucrania, Grecia, Arabia Saudita y Omán. En cambio, los abusadores que sí se arrepentían y entonces mejoraban sus contribuciones pertenecían a Europa Occidental, Australia, China y Estados Unidos.

¿Qué distingue a estos dos grupos de países?

Los investigadores realizaron estudios de regresión múltiple usando un conjunto de rasgos de los diferentes países, tomados de estadísticas económicas y de estudios internacionales. “El resultado fue que un importante pronosticador del exceso de venganza que motivaba a los abusadores eran las normas cívicas: una medida del grado en que la gente cree que está bien hacer trampas con los impuestos, reclamar prestaciones a las que no se tiene derecho o eludir a los cobradores en el tren. Los científicos sociales creen que las normas cívicas constituyen gran parte del capital social de un país, más importante para su prosperidad que sus recursos físicos”.

¿De dónde provienen las normas cívicas?

El Banco Mundial asigna a los países una puntuación denominada estado de derecho, que “refleja hasta qué punto se pueden hacer valer los contratos privados en tribunales, si existe la percepción de un sistema judicial justo, cuál es la importancia del mercado negro y del crimen organizado, cuál la calidad de la policía y qué probabilidad hay de crimen y violencia”[1].

En el experimento el estado de derecho pronosticaba considerablemente el grado en que los ciudadanos se permitían la venganza antisocial: “las personas de los países con un estado de derecho incierto eran vengativas de una manera más destructiva”. Sus acciones eran de resentimiento: “castigan a los donantes generosos más que a los tacaños (malos contribuyentes) y cuando son castigados, no se arrepienten, arremeten con más resentimiento”. Son castigadores antisociales, en el sentido de perjudicar a la sociedad decente.

El fenómeno del resentimiento en la raíz de la corrupción y la coima

El resentimiento es una combinación tóxica de nacionalismo y narcisismo que puede observarse en la Rusia de hoy, en el fundamentalismo islámico y también en la Alemania nazi de otrora.

A decir de Steven Pinker “el nacionalismo se puede entender como una interacción entre la psicología y la historia. Es el resultado de la soldadura de tres elementos: el impulso irracional del tribalismo; una concepción cognitiva del grupo como pueblo que comparte lengua, territorio y antepasados; y el aparato político del gobierno”.

El nacionalismo no siempre es algo preocupante, pero si se combina con el narcisismo, el equivalente social del narcisismo individual psiquiátrico (carencia de empatía, necesidad de admiración y fantasías de éxito, poder, bondad y brillantez sin límite), las cosas se complican. El resultado de esta combinación es lo que los científicos políticos denominan resentimiento y lo definen como “la convicción de que la nación o civilización de uno tiene un derecho histórico a la grandeza pese a su estatus modesto, lo que solo se puede explicar recurriendo a la malevolencia de un enemigo interno o externo”. El resentimiento parece ser motivado por un deseo de venganza excesivo y dispara “las emociones de dominación frustrada a las que son propensos los narcisistas: humillación, envidia y furia”.

Hipótesis

¿Qué resultado hubieran obtenido en este experimento jugadores argentinos? Imagino que probablemente hubiera salido a la luz el resentimiento. En Argentina ¿acaso no padecemos mayormente la combinación tóxica nacionalismo -narcisismo?

A algunas pruebas me remito:

Susana Malcorra[2]: “los argentinos tenemos una obsesión por ver a todos girando alrededor nuestro”.

Decir de los políticos en general: “…el país que nos merecemos”.

Enrique Valiente Noailles[3]: “Messi, un conjuro contra la frustración argentina: al crack se lo ha acusado de escatimar esfuerzos y no dar todo lo que puede, características que podrían aplicarse al país que lo juzga y que, creyéndose predestinado al éxito, no puede soportar la derrota”.

Chiste popular global: “el brillante negocio de comprar un argentino por lo que vale y venderlo por lo que cree que vale”.

¿Acaso la gente no cree que está bien hacer trampas con los impuestos, reclamar prestaciones a las que no se tiene derecho o eludir a los cobradores en el tren?

Un atolladero para las empresas

Una empresa es un elemento más dentro de un sistema socio-económico muy complejo que el empresario no puede controlar directamente. En su nivel o plano jerárquico de operaciones, las coimas son parte de las reglas de juego impuestas por un gobierno corrupto (un “gobierno de mierda” en una sociedad con resentimiento) parado en un nivel jerárquico superior[4]. Reglas que parecen insalvables para el empresario si aspira a la supervivencia, al menos en el mediano plazo. El martirio aislado del empresario utópico y terco por no entender en qué nivel jerárquico se está moviendo parece inconducente. O todos optan por abandonar las malas prácticas al mismo tiempo o nadie lo hace.

¿Cómo podría ser una salida de este atolladero?

Podemos abordar el incómodo y no ético problema de coimas y funcionarios corruptos, instalado como práctica habitual, adoptando simultáneamente dos posturas, cada una asociada a uno de los niveles jerárquicos mencionados: el del empresario, y el superior del sistema en el que éste opera regulado mayormente por el estado.

Postura operativa utilitaria (de supervivencia):

Asumir que las afirmaciones como la gente cree que está bien hacer trampas con los impuestos, reclamar prestaciones a las que no se tiene derecho o eludir a los cobradores en el tren (normas cívicas instaladas) son, en el escenario actual y en el nivel jerárquico de operaciones del empresario, provisionalmente verdaderas, y evitar el martirio o suicidio inconducente.

(No creo que todos los valores sean necesariamente sagrados en todos los niveles jerárquicos que conforman el entramado social, a veces, en alguno de ellos y en determinado momento de la historia, podrían ser solo pseudo-sagrados, lo que nos permitiría seguir temporalmente con nuestros asuntos).

Postura ética estratégica (de no conformidad con las normas indecentes vigentes, y de imposición de  cambios):

A la luz de un escenario futuro decente, asumir el firme compromiso de revisar las políticas corporativas sobre el tema.

En caso contrario, promover el cambio en el nivel jerárquico superior (sistema imperante) a través de la introspección y la reflexión,  del debate con otros empresarios en cámaras, congresos, exposiciones, o simplemente privadas, auspiciando investigaciones y estudios sobre el tema, de la presencia activa en partidos políticos, y, fundamentalmente, instalándolo en la educación en busca de una ciudadanía más sofisticada intelectualmente que sea capaz de entender lo que nos pasa y, a la larga, lograr que las normas cívicas decentes se plasmen como una segunda naturaleza.

Esta doble postura quizás tenga algún paralelo con la ética de Max Weber, responsabilidad versus principios:

Votar con responsabilidad (utilitario): evitar un mal mayor.

Votar por principios (convicción): cuando el riesgo de un gran mal es bajo.

Por último, un eufemismo al que las empresas podrían recurrir para referirse a las coimas en la Argentina sin sonrojarse demasiado sería “contribuciones informales”.

[1] Todos los pasajes entre comillas fueron tomados textualmente del libro “Los ángeles que llevamos dentro” de Steven Pinker, 2012, PAIDÓS.

[2] Susana Malcorra, canciller de Argentina.

[3] Enrique Valiente Noallies, periodista de La Nación.

[4] Adrián Werthein, líder del Consejo Interamericano de Comercio y Producción (Cicyp:) «Somos hijos de tiempos en que el apego a la ley no estaba sobre nuestro escenario. Muchos de los ministros del gobierno anterior no tuvieron apego a la ley. Más que currículum, tienen prontuarios. Debimos haber sido menos permisivos. A veces fuimos permisivos, a veces indolentes y a veces, conniventes».

Enfoque de sistema para la gestión – Parte 1

El arte de la política

El discurso político

Gobierno de la incertidumbre

Después de más de una década de infinidad de campañas políticas y cadenas nacionales, en esta nueva publicación quiero compartir un texto extraído del libro de Steven Pinker Los ángeles que llevamos dentro [1]. El pasaje nos brinda elementos para evaluar la calidad de los discursos políticos en cuanto a su retórica, no así en cuanto a su contenido.

“Philip Tetlock y otros psicólogos han identificado una variable denominada complejidad integradora que capta hasta cierto punto el equilibrio intelectual, la riqueza de matiz y la sofisticación”.

La complejidad integradora es una variable psicométrica que se refiere al grado en que pensar y razonar involucran el reconocimiento y la integración de múltiples perspectivas y posibilidades y sus eventuales, o contingentes, interrelaciones.

La complejidad integradora es una medida del estilo intelectual utilizado por individuos o grupos cuando procesan información, resuelven problemas, y toman decisiones. La complejidad mira la estructura de nuestros pensamientos, mientras ignora los contenidos. Es medible a partir de casi cualquier material verbal, escrito o audiovisual.

La medición complejidad integradora tiene dos componentes: diferenciación e integración. Diferenciación se refiere a la percepción de diferentes dimensiones cuando se considera un tema. Integración se refiere al reconocimiento de conexiones cognitivas entre las dimensiones o perspectivas diferenciadas.

“Un pasaje pobre en complejidad integradora destaca una opinión y la recalca implacablemente, sin matices ni salvedades. Se puede cuantificar su complejidad mínima contando palabras como absolutamente, siempre, desde luego, definitivamente, totalmente, eternamente, indiscutible, irrefutable, sin duda y sin lugar a dudas.

Un pasaje acredita cierto grado de complejidad integradora si exhibe un toque de sutileza con palabras como por lo general, casi, pero, no obstante y tal vez.

Tiene más puntuación si identifica dos puntos de vista.

Aún mayor si analiza conexiones, compensaciones o compromisos entre ellos.

Superior a todas si explica estas relaciones con referencia a un sistema o principio más elevado.

La complejidad integradora de un pasaje no es igual a la inteligencia de la persona que lo escribió, pero ambas están correlacionadas.

La complejidad integradora tiene que ver con la violencia. Los individuos con un lenguaje menos complejo desde el punto de vista integrador son, por término medio, más susceptibles de reaccionar ante la frustración con violencia.

En colaboración con el psicólogo Peter Suedfeld, Tetlock analizó la complejidad integradora de los discursos de varios líderes nacionales en diversas crisis políticas del siglo XX que terminaron de forma pacífica (como el bloqueo de Berlín en 1948 o la crisis de los misiles cubanos) o violenta (como la Primera Guerra Mundial o la Guerra de Corea), y observó que, cuando disminuía la complejidad de los discursos de los dirigentes, después había guerra.

En concreto, advirtió una conexión entre la simpleza retórica y los enfrentamientos militares en varios discursos de árabes e israelíes así como de americanos y soviéticos durante la guerra fría. No sabemos exactamente qué significan las correlaciones: si antagonistas tercos no son capaces de concebir el modo de llegar a un acuerdo, o si antagonistas belicosos simplifican su retórica para perfilar una postura negociadora implacable. Tras revisar estudios tanto de laboratorio como del mundo real, Tetlock sugiere que están en juego ambas dinámicas”.

[1] Los ángeles que llevamos dentro (Título original: The better angels of our nature); S. Pinker, ©2011, ©2012 de la traducción; Espasa Libros, S.L.U.

El arte de la política